Cómo educar mejor a mi hijo

22.02.2018

En la mayoría de los casos siempre podemos mejorar ciertos aspectos de nuestra manera de educar a nuestros hijos/as. Es posible que estos cambios nos resulten costosos porque debamos aprender nuevas habilidades y técnicas, que debamos invertir tiempo y que a veces no nos salga tan bien como nos lo habíamos imaginado. 

Sin embargo, si tenemos en mente corregir ciertas acciones se podrá lograr el cambio con constancia y observación de cómo lo estamos haciendo y de cómo es esa situación para así poder mejorar cada vez más.

Los estilos educativos

Cada familia tiene su manera de educar y puede tender hacia un estilo u otro. Los estilos educativos más habituales en los que se encuadra el cómo educamos a nuestros hijos/as son los siguientes:

  1. Estilo educativo autoritario: su característica principal es la de que los padres se imponen al niño de manera extrema pudiendo causarle sensaciones de temor hacia ellos, no son flexibles con la opinión del niño/a, los gritos y amenazas en forma de órdenes son habituales sin explicar correctamente el porqué de la corrección de la conducta del menor y usando frecuentemente ''porque yo lo digo''. 
  2. Estilo educativo permisivo: su característica principal es la de "dejar hacer" al niño/a sin mantener límites claros. Los padres pueden mostrarse como facilitadores para quitarle obstáculos al hijo/a pero sin ser constantes en ello, es decir, un día se le quitan los obstáculos pero otro día no se le hace caso en situaciones similares, por lo que no se ofrecen pautas claras de conducta para el menor.
  3. Estilo educativo democrático: su característica principal es que los padres entienden que pueden equivocarse y así lo reconocen ante el niño/a. Buscan la cooperación del menor y es guiado hacia su autonomía potenciando la enseñanza en la toma de decisiones, en la explicación de las consecuencias de una conducta indeseada y el refuerzo de una conducta deseada.
  4. Estilo educativo negligente: su característica principal es la de no cubrir las necesidades emocionales básicas. Los padres no se implican con el menor.

Dependiendo de nuestra forma de educar nuestros hijos/as pueden desarrollar ciertos sentimientos y comportamientos como la culpabilidad, irritabilidad, inseguridad, tristeza, baja autoestima, agresividad, poco autocontrol, falta de gestión emocional,... Y también podrán fomentar su creatividad, su confianza, su responsabilidad, cooperación, ...

Resulta de importancia que los menores asuman tareas de la casa en función de sus posibilidades y de su edad. También que los padres conozcan bien sus propias limitaciones y aprendan a desarrollar nuevas estrategias para mejorar su situación, además de que ambos padres compartan el mismo estilo educativo.

Factores que influyen en la educación

Otros factores que pueden influir en la educación de nuestro hijo/a son las circunstancias que puedan darse en el día a día. El entorno es fundamental para conocer los cambios emocionales de nuestro niño/a.

Las rupturas familiares pueden alterar nuestro estado emocional y como consecuencia desequilibrar nuestra manera de educar. En tales casos debemos intentar conocer nuestras propias emociones y ser capaces de darnos un tiempo, así evitaremos conflictos con nuestro hijos/as. También debemos saber que los cambios en el núcleo familiar afectan a los menores y que su comportamiento puede verse alterado por ejemplo con una mayor irritabilidad o desgana.

Las conductas desafiantes en nuestros hijo/as pueden manifestarse por problemas en el colegio, problemas con los amigos, dificultades en casa, ... En tales casos es recomendable aprender a ser buenos observadores y así poder abarcar el problema eficazmente, explicando claramente las consecuencias negativas de dicho comportamiento, sin olvidar reforzar las conductas positivas que pueda hacer nuestro hijo/a. Pueden darse características como las del Síndrome del Emperador en las que el niño/a puede: 

  • Sentir frustración alta.
  • Tener bajo aprendizaje de resolución de conflictos.
  • Ser exigentes y desafiantes.
  • Estar insatisfechos. Sentimientos de tristeza y enfado.
  • Demandar constantemente de atención.
  • Posibles dificultades de adaptación.
    El tiempo que le podamos dedicar es fundamental para poder establecer una relación adecuada sin olvidar que es mejor un tiempo de calidad mas que de cantidad. Esto ayudará a que establezcamos una relación con una comunicación bidireccional.

Es importante conocer cómo es nuestro hijo/a y potenciar sus fortalezas para que pueda ser más autónomo/a y tener en cuenta que nuestro comportamiento influirá en la formación de su personalidad.